Colectivos del ITESO en pro de los derechos humanos

Por Brenda Sánchez Núñez, alumna de Periodismo y Comunicación Pública ITESO

Existen varios colectivos conformados por jóvenes del ITESO que buscan, desde diferentes ángulos, una cultura que respete los derechos humanos.

Uno de ellos es la Unión de Sociedades de Alumnos del Iteso (USAI) que está interesada en empoderar a los estudiantes de la universidad por medio de la información y dinámicas que han manejado en sus diferentes eventos. Uno de ellos fue Emprende Iteso que constó de un concurso al que se inscribieron alumnos emprendedores que tuvieran proyectos innovadores que contribuyeran a la sociedad.

En el caso del colectivo “Movilidad Iteso” se busca fomentar el respeto al derecho al libre tránsito por medio del uso de la bicicleta como medio de transporte sano que beneficia tanto al usuario como al medio ambiente. Movilidad Iteso organiza rodadas hacia la universidad cada miércoles y actualmente ofrece talleres y charlas con motivo del día mundial de la bicicleta.

“Somos más de 131” es un colectivo que existe en diferentes universidades de La Red Jesuita del país, una de ellas es el Iteso. Su misión es lograr la democratización de los medios de comunicación por medio de la búsqueda del respeto al derecho a la información. Este colectivo logró un paro activo el semestre pasado (otoño 2014) en el que se abrieron varios foros de discusión para reflexionar sobre lo sucedido a los estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa.

“Reduce” es un colectivo que buscan la protección del medio ambiente. Actualmente están trabajando para dar a conocer La Ley General de Aguas que pretende la privatización de este recurso y buscan eliminar todo el PET que se produce en el ITESO para contribuir con el medio ambiente. Además esta semana habrán conferencias y proyecciones con motivo del día de la tierra.

Cada colectivo cuenta con una página de Facebook en la que constantemente se están publicando noticias sobre cómo siguen trabajando en pro de los derechos humanos.

El Iteso junto con el Centro de Justicia para la Paz y Desarrollo (CEPAD), darán a conocer un informe sobre la situación e los derechos humanos en Jalisco el 2014 el próximo martes 28 de Abril. Este evento es abierto a quien desee asistir y escuchar sobre la situación del estado con respecto a los derechos humanos. El informe se dará en Casa Iteso Clavigero a las 11:00 a.m.

Festejados/as ¿con voz y voto?

Texto: Claudia Arufe Flores

Fotografía: Alejandra Sandoval Godoy

Se dice que desde la época postrevolucionaria, en México, se celebra a los niños y niñas los días 30 de abril. No obstante que ésta no es una fecha universal[1], como muchos otros días conmemorativos, surgen diversos argumentos a favor o en contra sobre si hay algo que celebrar, sobre todo cuando se contrastan los discursos festivos con las realidades de la situación del día en cuestión, que no en pocas ocasiones, resultan desfavorables.

También se dice que la gran mayoría de las fechas asignadas como “el día de…” han sido secuestradas por las visiones más consumistas que enarbolan la lógica de que para celebrar hay que consumir. El día del niño no se escapa: lo que comúnmente se nos viene a mente para ese día es comprarles algo a nuestros hijos o en el caso de los gobiernos, repartir juguetes o pequeños presentes a niñas y niñas, sobre todo a los que se encuentran en situaciones de desventaja social.

Sin embargo, desde un enfoque de derechos de la infancia, esta fecha ha de verse como una oportunidad para reflexionar en torno a la situación de los derechos de los niños y niñas en nuestro país. En esta ocasión he querido llamar la atención hacia una de las categorías de derechos menos ejercida por la infancia, independientemente de su realidad socioeconómica y a una de sus principales características esenciales: la participación y su autenticidad.

¿Cómo lograr que los actos de participación infantil sean auténticos? Al entenderse como un derecho y no así una obligación, el participar no puede forzarse: los niños y niñas tienen el derecho de decidir si participan o no. Implica brindar a los niños y niñas la oportunidad de comprender las consecuencias y los efectos de sus opiniones, así como el contexto en el cual están implicadas. Esto conlleva a que busquen, reciban y difundan información ya sea de forma oral o escrita. En congruencia con lo anterior, la participación ha de estar basada en el diálogo.

El que los niños y niñas participen significa que tienen la posibilidad de influir en la toma de decisiones al ser previamente informados y consultados, en otras palabras, la participación nunca debe ser utilizada para manipular o encubrir estrategias de los adultos. Éstos deben respetar los espacios de interacción, participación y negociación con los grupos infantiles. Se hace esta aclaración porque ya en algunos casos se ha evidenciado cómo el sector público, las asociaciones civiles o religiosas, las escuelas recurren a prácticas manipuladoras y asistencialistas donde se termina por maquillar y actuar la participación de los niños y niñas, denigrándola a mero espectáculo fingido.

Otro aspecto que reviste de autenticidad a la participación infantil es el hecho de que se encuentre relacionada con los valores y actitudes frente a la convivencia social y que se vivencian principalmente en las instituciones y espacios de socialización como la familia, la escuela y la comunidad. A participar se aprende participando. Como adultos, observemos nuestra forma de participar en estos contextos y respondámonos qué tan auténtica es la participación que le estamos enseñando a nuestros niños y niñas.

 


[1] Cada país ha definido el día de niño, y prácticamente cada mes, en alguna nación del mundo se celebra a los niños y niñas.

La universidad, un espacio para sumarte al cambio

Por: Graciela Larios

El involucramiento de las personas en temas o problemáticas sociales más que una labor solidaria es responsabilidad de todos. Es de gran importancia que en las universidades se implementen o se realicen campañas con mayor impacto en la población estudiantil para la participación en dichos temas sociales. Tanto para el crecimiento y enriquecimiento personal como para crear un tejido social más sólido.

En el Centro de Investigación y Formación Social (CIFS) se han creado PAP para que los alumnos tengan un acercamiento y trabajen en proyectos de conflictos sociales, este semestre se abrieron cuatros a los que sólo se inscribieron 34 chicos y chicas. Diferentes miembros del CIFS creen transcendental mayor colaboración por parte de los jóvenes en voluntariados y PAP para ayudar a reforzar proyectos en beneficio de la sociedad dentro y fuera del ITESO.

Alondra Barba del Programa de Educación Indígena Intercultural, menciona que los alumnos no deberían de abandonar los conocimientos en el aula, casi siempre enfocados a los conflictos, sino aterrizarl todo lo aprendido en las problemáticas que se presentan. “Es muy difícil romper la burbuja en la que vivimos, pero afortunadamente existen jóvenes quienes colaboran y esas experiencias los han transformado a nivel personal”comenta Barba. El alejamiento a otras realidades nos imposibilita  percibilirlas y en consecuencia nuestra acción es casi nula.

“El ITESO se ha caracterizado por tener un sello humanista de dar y servir al otro” dijo Laura  Velázquez, del Programa de Ecología Política, porque una de las principales responsabilidades de los académicos es propiciar las condiciones a los muchachos y muchachas para que reconozcan un contexto socio-político. No es fácil, hay quienes ven el problema y se llegan a frustar por la complejidad de éste, Velázquez sugiere un acompañamiento en todo el proceso del alumno para hacerle ver que su granito de arena es significativo para el cambio.

“Yo estoy dispuesta a poner toneladas de arena”  afirma Alejandra Godoy, ex alumna PAP y actual integrante del Voluntariado de Migración del Centro Universitario Ignaciano (CUI). La familia de Alejandra es migrante y se dio cuenta que los migrantes viven una serie de peligros en su trayecto hacia la frontera, eso la impulsó a unirse al PAP de Migración en la frontera México. “El país pide a gritos la ayuda de gente joven con ideas, anhelos, sueños y pasiones, porque no sólo ayudas al prójimo, te estas ayudando” asegura ella.

Por su parte Iliana Martínez, integrante  del Programa de Migración en el CIFS, comenta que no sólo se trata de ayudar al migrante o al indígena, sino cuáles son las intervenciones que hago por lo problemas locales que me afectan directamente.

Martínez plantea que es necesario provocar más espacios de reflexión e hizo referencia al paro activo en el ITESO, surgido por los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, en él los alumnos y alumnas compartieron experiencias propias relacionadas con las dificultades por las que atraviesa México. Al vislumbrarlas y coincidir en las mismas situaciones se dieron cuenta que no es cuestión de unos pocos los afectados, es colectivo y se debe de contribuir de la misma forma.

La participación es de todos en bien de todos. Si tú quieres integrarte en los PAP del CIFS o en otras actividades visita nuestras páginas.

 

Las mujeres migrantes como símbolo del feminismo mexicano

Texto y fotografía: Bernadette Eguía – PAP Migración en la frontera México-Estados Unidos. Estudiante de Psicología del ITESO

“Nadie dijo que la vida es fácil. Hoy comparto mis experiencias, tengo 25 años y pienso que querer es poder…” (Andrea, Michoacán).

Andrea es una de las tantas mujeres que caminan por la frontera día con día con la esperanza de estar de nuevo con sus hijos y familiares.  Para ellas, la vida no es más que una prueba de amor hacia los suyos. La fe es su principal recurso y el cariño es su principal motivación.

En el transcurso de mi estadía por estas tierras fronterizas me he encontrado con varias mujeres que traen consigo una historia que muchas otras mexicanas quisieran (y debieran) escuchar.  Su discurso refleja fortaleza, decisión, riesgo, tristeza, frustración, carácter y determinación.

Desafortunadamente, un rasgo particular de este grupo de  jóvenes y señoras migrantes es que viven la violencia como una constante en sus vidas, no solo durante su trayecto por la frontera, sino desde su lugar de origen. Sin embargo, la mayoría de las que ha vivido violencia, no reflejan una actitud de victimización, sino que los atropellos se volvieron parte de una historia  de agencia que las forjó  a ser las personas que son actualmente.

La mayoría de ellas habla desde una postura digna, similar a la que propone el feminismo: se trata de personas que buscan estar activas en la sociedad,  que se encuentran en una lucha constante por reclamar sus derechos humanos; que a lo largo de su vida, han logrado identificar mecanismos sociales y culturales que influyen en la subordinación femenina y  como consecuencia, ha sucedido que ellas resignifiquen su proyecto personal de vida.

Las mujeres migrantes son, en sí mismas, personas que están en el proceso de encontrar(se).

Un espacio en donde se comparte el pasado y el presente es el Albergue Nazaret, un hogar para mujeres migrantes en Nogales, Sonora, que ofrece ayuda humanitaria a cualquiera de ellas que lo requiera. En dicho lugar, he tenido el honor de reconocerme a través de los ojos e historias de ellas y he sido partícipe de la introspección que logran hacer durante los espacios de acompañamiento psicológico que se ofrecen en el albergue. Dicho proceso se basa en el autoconocimiento y la toma de decisiones inteligentes que por la situación de vulnerabilidad que viven, es importante fortalecer.

Como estudiante de la carrera de Psicología, debo de admitir que durante este PAP he estado viendo una realidad muy cruda y a la vez esperanzadora. He logrado identificar que para poder conocer a la persona que está frente a mí, es necesario contextualizar su historia: conocer su pasado, su entorno, sus raíces. De esta manera, la persona que se encuentra frente a mí no sólo es un “migrante”, sino que se vuelve una “Andrea”, una “Cecilia”; a partir del contacto humano, ellas logren dignificar su proceso migratorio, su identidad y sus lucha.

PARTE 2: EL ROSTRO DE MIGRANTES DE CENTROAMERICA QUE PASAN POR MÉXICO HACIA ESTADOS UNIDOS

Parte 2: El Origen del migrante: causas de emigración

Por: Adriana González Arias
Foto: Alejandro Tiscareño

La pregunta que guía estas participaciones sobre “el rostro de migrantes centroamericanos/as que pasan por México hacia Estados Unidos” es: ¿Cómo entender y acercarnos al rostro del migrante centroamericano que cruza día a día por México? Observar sólo su nacionalidad, su género y su edad resulta insuficiente. Por eso, ahora, se propone observar “El Origen del migrante”, lo que significa recuperar las causas de la migración, su situación social y familiar.

Hace algunas semanas fue posible compartir algunos extractos de historias de migrantes centroamericanos que han pasado por México, en las que se observaba que:

“… necesitaba poner tierra de por medio, estaba casada y ya no podía estar cerca de mi marido, pues él me maltrataba y quería tener hijos. Mi familia también metía presión con los hijos. Cuando decidí salirme del Salvador no tenía dinero, no tenía trabajo, sólo estudié hasta la secundaria. Cuando decidí salirme fue de una noche a otra… sí realmente no tenía dinero ni a dónde ir, pero yo ya no quería que me siguieran golpeando”.

 “… tenía miedo por la guerra, era el año de 1988, mi familia era pobre y fuimos desplazados a otros pueblos, además de ser amenazados por la gente que va tomando el poder en las zonas. Me animé a salir porque tenía un tío en Arizona, con quien sabía que me podía quedar”.

 “… tenía dos hijos y no tenía dinero, me acababa de separar y estaba embarazada de dos meses, me violaron… sí dejé a mis hijos con mi mamá… mi hermana que vive en Estados Unidos me mandó dinero para correr de aquello…”.

A partir de estos testimonios es posible observar tres principales causas en la decisión de migrar: causas relacionadas con la violencia, causas de estructura social y las causas económicas. Esta última es, en definitiva, el contexto más amplio en que se desarrollan las otras, como lo demuestran los datos de la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes en 2013 (RDODM), quien presenta una categorización de cuatro tipos de causas. A continuación se presenta un cuadro que resume la información:

Las causas de la migración según la RDODM, 2013

Motivos de Migración[1]

Honduras

Guatemala

El Salvador

Total

 

Registros

%

Registros

%

Registros

%

Causas económicas

4,226

86%

1,921

89%

2,260

79%

8,407

Causas relacionadas con la violencia

284

6%

71

3%

327

12%

682

Causas sociales

37

1%

23

1%

14

1%

74

Causas familiares

180

4%

80

4%

153

5%

513

Otros

145

3%

68

3%

93

3%

306

Total

4,872

100%

2,163

100%

2,847

100%

9,982

Fuente: Tabla de estadísticas generales (RDODM, 2013: 77)

 Se puede decir que las causas de la migración centroamericana en cuestión, se refieren a problemáticas estructurales de los países de origen, aunque en la mayoría de los casos la decisión fue personal. “Es difícil separar, por ejemplo, la migración que se efectúa como una decisión intrínsecamente personal, que apela a la voluntad de los individuos de aquella provocada por un desplazamiento forzado con motivos económicos, políticos e incluso ambientales y sociales, esto último refiriéndonos a la violencia. Hoy en día las migraciones se presentan bajo su forma más lacerante, es decir, obligadas y forzadas. Nos referimos a aquellas migraciones que son causa y efecto del sistema capitalista neoliberal: desigual, inequitativo, basado en la explotación humana, y en el que además, la mercancía de sus circuitos se constituye por la misma gente que pretende huir del hambre, de la falta de empleo y servicios, de la violencia a fin de encontrar mejores condiciones de vida” (FM4 Paso Libre, 2013: 19-20).

En consecuencia, las personas que viven en países con un crecimiento en sus índices de pobreza, de inseguridad y de falta de oportunidades, será imposible que no miren hacia los países que tienen un proceso de desarrollo y crecimiento económico. Las diferencias estructurales entre países estimula, en definitiva, la emigración.

Ubicar, de manera general, el  origen de los migrantes centroamericanos que pasan por México y sus causas de emigración, tampoco es suficiente para comprender en su totalidad el rostro de estas personas que van de paso por nuestro país. Falta aún por conocer más sobre su origen, el capital social con el que contaban a la hora de salir de su país y que los motivo para realizar su proyecto migratorio, lo que ha significado el trayecto de tránsito y sus oportunidades de vida en el país al que sueñan llegar.

Nos vemos en la continuación de estas historias. ¡Esperamos tus comentarios! formacionsocial.iteso.mx

 

Fuentes bibliográficas:

 

–          FM4 Paso Libre (2013): Migración en tránsito por la Zona Metropolitana de Guadalajara: actores, retos y perspectivas desde la experiencia de FM4 Paso Libre. Guadalajara: Prometeo Editores S.A de C.V.

–          Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (2013): “Informe estadístico sobre las características de los transmigrantes centroamericanos”. De la trilogía: Narrativas de la transmigración centroamericana en su paso por México. México: RDODM.


[1] Los motivos de la migración aparecen como: Causas de la migración, las cuales están descritas de siguiente manera: “Causa económicas. Éstas incluyen las siguientes unidades de análisis: empleo, desempleo, búsqueda de mejores condiciones de vida, pago de deudas, bajos salarios, crisis económica. Causas relacionadas con violencia. Un porcentaje representativo de persona migrantes reportaron como motivo de migración la violencia. En este rubro se incluyen las siguientes unidades de análisis: la persecución del crimen organizado, cobro de derecho de piso, delincuencia organizada, persecución política. Causas sociales. Las unidades de análisis son salud, discriminación por preferencia sexual, estudios académicos. Causas familiares. Éstas incluyen las siguientes unidades de análisis: reunificación familiar, violencia intrafamiliar, acompañar y/o guiar a otro familiar, problemas familiares, búsqueda de algún integrante de la familia, redes familiares que apoyan el tránsito” (RDODM, 2013: 70).

 

Ciudadanía plena desde la Universidad

Por Montserrat Narro Ibargüengoitia, miembro del colectivo Másde131 ITESO y estudiante de Relaciones Internacionales ITESO.

Dentro de la sociedad, todas las personas tenemos roles. Un papel que jugar. O eso es lo que hemos construido y nos han enseñado. Estos roles, como el de “ama de casa”, “estudiante”, “burócrata”, “profesor” nos definen y encasillan según nuestra actividad principal. De igual manera, se clasifica a la ciudadanía que participa en alguna lucha social como “activistas”.

¿A qué nos solemos referir con eso? A personas que trabajan por la colectividad, que hacen suyos los temas de los demás, independientemente de su otra casilla de docencia, oficinista, alumnos, alumnas o lo que seamos.

Más allá de participar en una lucha social o trabajar por una causa (ser “activista”), se trata de ser ciudadanos y ciudadanas completas, que además de su actividad  son conscientes de que pertenecen a una sociedad que necesita que nos involucremos.

Yo no me considero a mí misma una luchadora social, ni una activista, y me opongo a que se me clasifique de esa manera, como si fuéramos un grupo social aparte.  Eso no debería definirnos solo a un grupo pequeño de estudiantes en una universidad, o a algunos vecinos en cualquier colonia, o a las redes de colectivos de la ciudad. Debería de definirnos a las personas. El apropiarse de la ciudadanía, de los espacios, de los temas que nos afectan a todas las personas (en distintos grados) debería ser una constante.

Dentro del colectivo en el que participo (Colectivo Másde131 ITESO) buscamos eso, la politización de la Universidad. Politización entendida como tomar parte de la política, de los asuntos de la ciudad (polis) que son de todos/as. Hacer crítica y uso de lo público.

Como estudiantes universitarios tenemos un espacio de oportunidad privilegiado. Según la Encuesta Nacional de la Juventud 2010, de los más de 36 millones de jóvenes que somos en México, solo el 18.75% accede a la educación superior, ya sea en licenciatura o posgrado. Y el porcentaje se reduce si hablamos de estudiantes de universidades privadas.

Somos el 18.75% mejor preparado, con habilidades profesionales y académicas que nos permiten mayor comprensión de lo que sucede a nuestro alrededor. Tenemos las herramientas para analizar y proponer, crear proyectos y llevarlos a cabo.

A esto, sumémosle la cantidad de información que tenemos disponible. Internet y las redes sociales nos bombardean a diario con notas de periódicos, cifras, datos. Miles de publicaciones que buscan interpelarnos y movernos.

¿Cómo no tomar parte en ese remolino? Y a estamos dentro, ya nos afecta, ya nos mueve, queramos o no. El aumento del precio de la gasolina, la inseguridad, el dólar cada vez más caro, la falta de servicios públicos, todo eso ya nos toca. La cosa es tomar responsabilidad en ello, darnos cuenta de que se puede hacer algo al respecto, desde la casilla en la que juguemos. En nuestro caso, desde la Universidad a la que asistimos, y que debe ser el primer espacio de formación y reflexión.

 

El derecho sobre el placer femenino

De la denuncia del horror al reconocimiento del legítimo derecho: sobre el placer femenino

Por: Elsa Ivette Jiménez, académica del Programa Interinstitucional de Derechos Humanos y Paz ITESO

Mediante resolución aprobada en el 2013, la Organización de las Naciones Unidas llama a los Estados Parte a observar el 6 de febrero como Día Internacional de la Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina. La mutilación genital femenina (MGF) es un procedimiento que se realiza a las mujeres entre su infancia y adolescencia que consiste en la lesión o extirpación de sus órganos genitales externos. Aproximadamente 140 millones de mujeres y niñas sufren los efectos de esta intervención que, además de menstruaciones y coitos dolorosos, suele originar problemas urinarios, quistes, infecciones, infertilidad, aumento de riesgo de contagio de VIH / SIDA y otras enfermedades sanguíneas, incluso llega a generar hemorragias graves y complicaciones durante el parto que las ponen a ellas y a los recién nacidos en riesgo de muerte.

La MGF se realiza principalmente en África, (en donde hay alrededor de 92 millones de víctimas según datos de la Organización Mundial de la Salud), le siguen Asia y Oriente Medio. Su presencia, aunque mucho menor, va en aumento en Europa, Australia, Canadá y los Estados Unidos debido a la inmigración procedente de África y Asia sudoccidental.

La creencia detrás de la MGF es que mediante esta práctica se resguarda la virginidad prematrimonial y la fidelidad matrimonial al mitigar la líbido femenina y evitarse así que ellas cometan actos “ilícitos”. Sin embargo, como toda construcción de género, también existen otras lecturas culturales, como la que señala que los genitales femeninos son sucios y antiestéticos, la idea de que aumenta la fertilidad y hace el parto más seguro y también se le considera como un rito de iniciación femenino que abona a la integración social. Algunas de estas razones, con un trasfondo de imperativo religioso y social, suelen esgrimir las personas –hombres y mujeres- que fomentan la MGF.[2]

Tristemente, son las mujeres más cercanas a la niña intervenida quienes se encargan de organizan el procedimiento y son matronas de la comunidad, quienes usualmente lo llevan a cabo (aunque, en los últimos años, se ha venido disparando la cantidad de prácticas que realizan profesionales –hombres y mujeres- de la salud). De esta manera podemos comprobar, una vez más, algunas tesis de Pierre Bourdieu en el sentido de que las mujeres nos apropiamos de los esquemas de percepción dominantes hasta concebir una representación negativa de nuestro propio sexo (Bourdieu 2000, 27). “La moral femenina se impone sobre todo a través de una disciplina constante que concierne a todas las partes de! Cuerpo” nos recuerda este sociólogo francés (íbid, 42).

Sin lugar a dudas, la MGF implica la violación grave de derechos humanos de las mujeres y las niñas y constituye una práctica reprobable al margen de cualquier esquema social del que forme parte. Sin embargo, lo que me gustaría señalar a continuación es que en nuestros países y en nuestras cultura –es decir, dentro del aglutinado y heterogéneo espacio simbólico que consideramos occidental-  tenemos otras prácticas que, sin llegar a la saña y brutalidad que implica la MGF, tienen efectos negativos en la salud y calidad de vida de las mujeres. Me refiero a los discursos y prácticas que les inhiben el conocimiento y apropiación de su cuerpo (siguiendo, igualmente la línea anteriormente reproducida de Bourdieu) y que se cuelan dentro de los discursos y prácticas científicas violentando sus derechos sexuales y reproductivos.

Como ejemplo, es poco lo que se conoce aún- tanto en términos legos como en científicos- sobre el clítoris, ese órgano femenino cuya única función es otorgar placer. Asegura Natalie Angier, en su obra Mujer una geografía íntima, que al realizar una búsqueda en Medline, la base de datos médica más grande del orbe, sólo encontró unas cinco docenas de referencias en torno al clítoris en un periodo de cinco años, mientras que el término pene generó treinta veces esa cantidad (2011, 93).

La violencia obstétrica, por otra parte, hace alusión a los tratos abusivos, negligentes y carentes de respeto durante el embarazo, parto y puerperio por parte del personal de salud y que repercuten directa e indirectamente en la salud física y psicológica de las mujeres. En nuestro país, una muestra de la magnitud de esta situación está en el incremento desproporcionado de nacimientos por cesárea (50.3% del 2000 al 2012) (GIRE s/f,122), sin contar los numerosos casos de mujeres pobres e indígenas que han parido en los baños de los hospitales o fuera de estos al negárseles la atención médica. Tenemos también altos índices de mortalidad materna –particularmente en algunos estados y regiones en donde entra en juego también una discriminación terrible hacia la población indígena- , mientras el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo sigue debatiéndose en esferas en donde no estamos debidamente representadas.

Para concluir, me gustaría señalar que, si bien la MGF es una práctica terrible que debe ser erradicada, la negación del placer y la violencia contra el cuerpo y el bienestar de las mujeres está presente también en nuestras prácticas culturales, institucionales y profesionales. Resulta más sencillo denunciar y horrorizarse ante hechos que ocurren fuera de nuestro contexto, que realizan “otros y otras” ajenos a nuestra realidad más inmediata que identificar, cuestionar y denunciar aquello de lo que participamos y aceptamos pasivamente.

Bibliografía:

Angier, Natalie. 2011. Mujer una geografía íntima. Madrid: Paidos.

Bourdieu, Pierre. 2000. La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.

El mundo. El Estado Islámico ordena la ablación de todas las mujeres y niñas en el norte de Irak, nota de Francisco Carrión,14 de julio de 2014. Disponible en: http://www.elmundo.es/internacional/2014/07/24/53d0fc2ae2704eb3108b457e.html

GIRE. Omisión e indiferencia. Derechos Reproductivos en México. Disponible en: http://informe.gire.org.mx/

[2] Según información reciente  el Estado Islámico está impulsando la MGF al norte de Irak con el fin de alearlas a mujeres y niñas  “del libertinaje y la inmoralidad”, sin embargo, alertan las Naciones Unidas, esta práctica no es común en el país. (El Mundo, 24 de Julio de 2014).

“Un país que no cuida a su gente”

Por: Alejandra Sandoval

Hilda sentía muy dentro de todas sus entrañas que no podía quedarse más tiempo en México, se sentía con miedo e insegura. Quería tener a su familia junta otra vez.

Mi esposo se fue a trabajar a Morelos, está vendiendo carros con un familiar y mientras, está tramitando visa para trabajar en Canadá, yo por lo mientras, decidí viajar con mi sobrino hacia Estados Unidos, con la compañía de él me sentía más segura. Pedí un préstamo al banco por 140 mil pesos para cubrir los gastos del viaje y mientras, enviarle dinero a mis niños.

El viaje me salió muy caro, el pollero me cobró 4 mil 500 dólares por ser de confianza, y esto porque me lo recomendó el amigo de un cuñado. La condición de mi pollero era que le diera 3 mil pesos para pagar a la mafia de Agua Prieta, llegando a Douglas le tenía que dar mil 500 dólares y en cuanto llegara a Tennessee tenía que darle el resto del dinero. Pero no llegue ni a Douglas. La oferta de mi pollero sigue en pie, pero me voy a esperar a que la frontera se tranquilice, no quiero arriesgarme por el desierto. Si no logro pasar, me traeré a mis niños a México.

Los hijos de Hilda la impulsan a volver a cruzar, ella sabe que su familia no tiene una gran necesidad económica y sabe que puede poner otro negocio. Sin embargo, la inseguridad en México y las autoridades ineficientes no le permiten traer de vuelta a sus hijos a un país que, como dice Hilda: no cuida a su gente.

Migración: Urgencia humanitaria

Por: Della Burke, profesora del ITESO

Hace diez años escribí y defendí una tesis de maestría la cual proponía que el gobierno de EE.UU. estaba desestabilizando a los países centroamericanos con una política de posguerra.  Esta desestabilización se centraba en la deportación de jóvenes que eran miembros de pandillas, con traumas por las guerras civiles (explícitamente apoyadas por EE.UU.), y sin lazos familiares o culturales a sus países de origen. (Burke, 2014) Ahora, hay miles de niños centroamericanos emigrando hacia EE.UU. por la inestabilidad de sus pueblos y ciudades. La migración centroamericana que empezó fuertemente en los años 80s sigue ahora bajo las mismas condiciones de inseguridad provocados por la activa participación de los EE.UU. en la región.

El presidente Obama anunció que se van a otorgar 4,000 visas de asilo a las Américas este año lo que resulta insuficiente ya que sólo en junio de este año cruzaron casi 10,000 jóvenes centroamericanos. (Shear, 2014) Pese a la urgencia humanitaria de esta situación nunca se ha tratado a la migración centroamericana con compasión y será difícil esperarlo ahora. En Octubre, la organización Human Rights Watch (HRW) publicó un reporte detallando los tratos que violan los derechos humanos de los hondureños que huyen de la violencia causada por las pandillas transnacionales que se originaron en los EE.UU. (HRW, 2014, Burke 2004)

La ceguera del gobierno estadounidense ante las causas que provocan la ola migratoria reciente son justo las mismas que propiciaron en los ochentas el movimiento Santuario; un grupo de personas de fe que crearon una red de ayuda para migrantes centroamericanos que tenían miedo de regresar a sus países durante las guerras civiles.  En aquel entonces, las estadísticas de rechazo de asilo político para guatemaltecos y salvadoreños llegaron al 90% (Burke, 2014).

Ahora, HRW nos dice que entre 2010 y 2012 la deportación rápida (expedited removal) fue la manera como el 81% de los hondureños regresaron a casa, mientras que una minoría del 1.9% obtuvo una audiencia que determinó la autenticidad de su miedo (credible fear) por el Border Patrol. (2014)  La audiencia para determinar el índice de miedo es un primer paso para saber si alguien puede hacer una solicitud de asilo político.  El hecho de tener una audiencia no quiere decir que obtuvieran consejos de un abogado o que recibieran algún tipo de asesoría sobre sus derechos.

Estas razón hacen urgente apoyar a las organizaciones y a la buena gente que sigue trabajando por  la humanidad, la dignidad y los derechos humanos de toda la gente.

 

Burke, Della Elizabeth. “Deported: Salvadoran Gang Members in Los Angeles and El Salvador. Master’s Thesis, University of Arizona, 2004.

Human Rights Watch. “You Don’t Have Rights Here: US Border Screening and Returns of Central Americans to Risk of Serious Harm.” Published October, 2014. http://www.hrw.org.  Accessed October 30, 2014.

Shear, Michael D., “Obama Approves Plan to Let Children Apply for Refugee Status in Central America.” New York Times, September 30, 2014.

PARTE 1: EL ROSTO DE LOS MIGRANTES CENTROAMERICANOS QUE PASAN POR MÉXICO HACIA ESTADOS UNIDOS

Parte 1: La complejidad de ser migrante: observar su nacionalidad, su género y su edad es insuficiente

Por: Adriana González Arias

Desde que el tema de la migración centroamericana de tránsito por México empezó a visualizarse de manera exponencial, aproximadamente a principios de los años 2000, nos hemos encontrado con diversos documentos y autores que describen quiénes son los migrantes que llegan y pasan por México. Sin embargo, es imposible y muy ambicioso, lograr caracterizar un perfil único “del migrante que pasa por México”, pues cada uno representa diferentes nacionalidades, diferentes causas de migración, diferentes necesidades.

Con datos de 2013, tanto del Instituto Nacional de Migración (INM) como de la Red de Documentación de Organismos Defensores de Migrantes (RDODM) es posible resumir que las tres nacionalidades que más transitan por México hacía Estados Unidos son la hondureña, la guatemalteca y la salvadoreña. Los registros de estas dos bases de datos muestran a los hondureños en primer lugar con un porcentaje que va del 42.5% al 48.7%. No obstante, ambas difieren en la asignación del segundo lugar, ya que para el INM son los guatemaltecos (38.8%) y para la RDODM son los salvadoreños (29.3%), quienes a su vez representan el tercer lugar para el INM (18.7%); en cambio el tercer lugar para la RDODM lo ocupan los guatemaltecos (22%).

¿Qué género migra más? De manera general es posible decir que el 85 por ciento son hombres y el 15 por ciento mujeres. Esta información puede recuperarse desde los datos de la EMIF SUR, donde se muestra la suma de los migrantes detenidos por las autoridades mexicanas y estadounidenses en 2009. En México se detuvo a un 84.9% (51,729) de hombres y a un 15.1% (9,212) de mujeres; por su parte, las autoridades estadounidenses devolvieron a 68,828 hombres (86.7%) y 10,581 mujeres (13.3%).

Respecto a la edad del migrante es posible decir que el rango que mayor porcentaje tiene es de 19-20 a 29 años de edad, datos obtenidos de la EMIF SUR y la RDODM. La presencia de menores oscila entre el siete y nueve por ciento, a excepción de los detenidos por autoridades mexicanas (EMIF SUR, 2012), que registran un porcentaje más elevado, de aproximadamente 15%.

Sin embargo no podemos olvidar que detrás de cada dato, cifra o estadística, hay seres humanos con historias, experiencias y recuerdos, que nos llevan a descubrir otras características de esta migración. Este es el caso de las tres historias que se comienzan a contar a continuación:

“Soy salvadoreña, salí de mi país a los 17 años necesitaba poner tierra de por medio, estaba casada y ya no podía estar cerca de mi marido, pues él me maltrataba y quería tener hijos. Mi familia también metía presión con los hijos. Cuando decidí salirme del Salvador no tenía dinero, no tenía trabajo, sólo estudié hasta la secundaria. Cuando decidí salirme fue de una noche a otra… sí realmente no tenía dinero ni a dónde ir, pero yo ya no quería que me siguieran golpeando”.

“Sí, soy de Guatemala, a los 17 años tenía miedo por la guerra, era el año de 1988, mi familia era pobre y fuimos desplazados a otros pueblos, además de ser amenazados por la gente que va tomando el poder en las zonas. Me animé a salir porque tenía un tío en Arizona, con quien sabía que me podía quedar”.

“Yo soy de Honduras, me salí a los 20 años, tenía dos hijos y no tenía dinero, me acababa de separar y estaba embarazada de dos meses, me violaron… sí dejé a mis hijos con mi mamá… mi hermana que vive en Estados Unidos me mandó dinero para correr de aquello…”.

Estas tres historias nos muestran parte de la complejidad de lo que significa ser migrante: observar su nacionalidad, su género y su edad resulta verdaderamente insuficiente. Para entender y acercarnos al rostro del migrante deberíamos cuestionarnos también acerca del capital social con el que cuenta y qué es lo que le hace optar por salir de su país, cuáles son las causas de su migración, su situación familiar, su perspectiva de futuro…

Fuentes bibliográficas:

–          EMIF SUR (2012): Encuesta sobre migración en la Frontera Sura de México, 2009. Serie histórica 2004-2009. México: SEGOB: Instituto Nacional de Migración, Consejo Nacional de Población / El Colegio de la Frontera Norte (COLEF) / Secretaría de Relaciones Exteriores / Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

–          Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (2013): “Informe estadístico sobre las características de los transmigrantes centroamericanos”. De la trilogía: Narrativas de la transmigración centroamericana en su paso por México. México: RDODM.

Presentación del libro: “Por todas partes cientos de miles” Trabajo infantil

Por José Bautista Farías, Académico #CIFS #ITESO
Foto tomada de Magis ITESO

El libro de fotografías Por todas partes, cientos de miles, coordinado por Emiliano Thibaut y Anayanci Fregoso Centeno, con fotografías de Natalia Fregoso y del propio Emiliano, es una obra conmovedora que invita a no quedar indiferentes frente a una realidad que contrasta con el discurso oficialista de “bienestar para las familias”. Este libro, nos dice Anayanci, se hizo con el convencimiento de la urgencia de documentar lo que en Jalisco viven los niños y niñas trabajadores y sus familias, ya que la profundización de la pobreza parece haberlos vuelto invisibles. Señala que “nos hemos acostumbrado a mirar niños y niñas trabajar como si formasen parte del paisaje mexicano, en condiciones muchas veces alarmantes, incluso deplorables, pero los vemos sin reparo. Como si fuera su destino y no pudiésemos hacer nada, ni siquiera indignarnos”.

Los datos, los casos y las reflexiones que aporta Anayanci en el libro, aluden a una ausencia histórica de políticas públicas a favor de uno de los sectores más vulnerables del país: las y los menores y jóvenes. Yo me voy a referir a la dimensión más sociológica de la situación de este sector de la población, para que el otro expositor aborde el libro desde la imagen fotográfica.

Los datos.

Los estudios oficiales sobre la situación de la niñez en México y en Jalisco son dramáticos y cualquier gobierno responsable sentiría vergüenza por el abandono de políticas, programas y acciones a favor de este sector.

La autora nos comparte algunos datos de este drama. En “México alrededor de 40 millones de personas son menores de 18 años. De los cuales 21.4 millones de niños y niñas viven en situación de pobreza. De ellos, cinco millones se encuentran en pobreza extrema. Lo que significa que casi seis de cada diez niños y niñas en el país son pobres[1].

Apunta que “en México, las condiciones de vida de la niñez muestran de manera evidente la disparidad entre la legislación que protege al niño y su realidad. Los niños y niñas entre 5 y 7 años son 28.9 millones. Lo que representa el 25.3 por ciento de la población mexicana. Para el 2012, la población infantil ocupada se ubicó en 3.2 millones[2]. De esta, casi un millón es menor de 14 años: estos niños y niñas trabajan a pesar de que la Ley Federal del Trabajo y la propia Carta Magna lo prohíben”[3].

Jalisco –“no canta mal las rancheras”–: es el cuarto estado con más jóvenes en el país  (con 2 millones 397 mil 529). “Registra 1.1 millones de niños y niñas en situación de pobreza de los cuales más de 100 mil sobreviven en carencia extrema. De acuerdo con el décimo informe sobre la situación de los derechos de la niñez en Jalisco, en la entidad laboran siete mil niños y niñas bajo las peores formas de explotación laboral, concentrándose en los campos agrícolas donde trabajan en condiciones de franca esclavitud”[4].

De acuerdo con el diagnóstico del Plan Estatal de Desarrollo Jalisco 2013-2033, las y los niños y adolescentes, se encuentran junto con otros, dentro de los principales grupos vulnerables del Estado: los niños y adolescentes entre 5 y 17 años de edad, cuyo número asciende a 1’586,392; seguidos por los niños de 0 a 5 años, que ascienden a 837,415[5]. (Juntos niños, adolescentes y madres adolescentes dan un total de: 2’463,054 personas, el 33.50 por ciento de la población del estado)[6]. La pobreza afecta al 49.4% de los niños de 0 a 5 años, a 49.4% de los niños en edad escolar de 6 a 11 años y a 39% de los adolescentes de 12 a 17 años.

Según el citado plan en materia educativa, Jalisco ocupa el séptimo lugar a escala nacional en cuanto a mayor porcentaje de inasistencia escolar entre los jóvenes de 12 a 29 años con 59.5%. Igual porcentaje no tiene acceso a los servicios médicos a través de las instituciones de salud.

En la agenda nacional de los derechos humanos 2013 de la CNDH[7], se ubica a las y los niños y adolescentes como los grupos de mayor riesgo de padecer violencia. Se apunta que las violaciones más frecuentes provienen de la instancia familiar donde pueden ser víctimas de abandono por omisión o incumplimiento de obligaciones alimentarias o escolares, así como de maltrato y abuso sexual. Pero no sólo la familia es un factor de riesgo para estos sectores, también lo son la escuela, las estancias infantiles, los centros de trabajo, la ciudad, los gobiernos y partidos vinculados al narcotráfico.

Las cifras anteriores –nos dice la autora– dibujan un panorama de emergencia nacional y estatal que tendría que obligarnos a todos, Estado y sociedad, a colocar a la situación de la infancia como una prioridad dentro de la agenda pública y del gobierno.

Los casos

Las imágenes y los relatos de las condiciones de vida y de trabajo de las y los menores y sus familias que aparecen en las páginas del libro, dan cuenta de una realidad social dolorosa e inaceptable –por injusta y cruel– en que se desenvuelven miles de infantes y jóvenes de nuestra entidad.

Los casos de Coni, del municipio de Tonalá, que a su tierna edad además de estudiar,  apoya a su familia en las labores domésticas, cuida y limpia a sus hermanos –pues es la mayor de un total de siete–. Las jornadas de trabajo de El Torito, el Gato y su hermano Eduardo que junto con su padre se levantan a las cinco de la mañana para acudir al corte de caña en el municipio de Tala. Víctor Daniel, el niño de 13 años, obrero que vive con su abuela en la Colonia El Sauz de Guadalajara, una zona con altos índices de muerte y violencia, donde también se ubica su trabajo. Una parte de su vida transcurre entre máquinas pesadas y herramientas de precisión fabricando boquillas de instrumentos de viento. Los niños de la banda “la triunfadora de Mezcala”, conformada por siete hermanos que van de los cuatro a los 17 años,  originarios de esa comunidad, que tocan todos los domingos por la tarde en el malecón del pueblo, en los restaurantes que están frente al lago. Carmen y Ernesto, sin parentesco entre ellos, viven en la Ladrillera, una colonia de Tonalá, a su tierna edad trabajan amasando el barro con sus pies descalzos. César trabaja en las costas de Puerto Vallarta, Jalisco, vendiendo ostiones en el nuevo malecón, reproduciendo el oficio de infancia de su padre. José, alias “El Pelón”, tiene 12 años y habita en la Colonia la Huizachera, del municipio El Salto, Jalisco. “El Pelón” labora diariamente en la venta de birote y pan dulce. Se desplaza en su bicicleta por las calles de terracería de esa colonia. Daniel de once años, se dedica a la compra y venta de chatarra, cartón y plástico; su empleador de nombre Lalo, le promete que pronto lo llevará con las “perfumadas”. Acude a la escuela aunque confiesa que no le gusta, pues no la encuentra útil. Janeth, de 12 años, es hija de vendedora de papas y dulces de la zona del Periférico y Colón. Apoya a sus padres con el sustento familiar los fines de semana y durante las vacaciones escolares. La mamá de Janeth tiene claro que si su hija no estudia, difícilmente podrá romper el círculo de pobreza en que viven desde hace tiempo. Francisco es el mayor de una familia de migrantes del sur del país (Chiapas), vive en Arandas, Jalisco. Trabaja junto con su padre en las plantaciones de agave, así como en la pisca de tomate, junto con su familia. El ser cristiano e indígena de piel oscura le ha dificultado estrechar lazos en esta población.

No obstante que en las fotos no figuran los nombres de las y los menores, es fácil deducir y relacionar las imágenes con los casos. La lectura me provocó interés por saber más de cada uno de ellos, pues la información sobre su situación particular es escasa, debido tal vez, a que el acento está puesto en sus condiciones de vida y de trabajo.

Las reflexiones

La autora señala que la infancia como espacio simbólico ha obligado a pensar la niñez en su condición de devenir, nublándose su vida presente, postergándose su reconocimiento como titulares de derechos con capacidad de agencia. Destaca que debemos considerar que los cambios sociales y culturales de las últimas décadas han debilitado la construcción moderna de la infancia: la expansión del mercado global, el colapso de los estados de bienestar, las crisis económicas, las migraciones, los conflictos y el incremento de la violencia e inseguridad social. La pobreza, la corrupción, los desatinos de la política económica y social, impiden el ejercicio de sus derechos de estos sectores.

Señala que no obstante las convenciones internacionales a favor de la infancia y las reformas recientemente aprobadas en México, persiste todavía una arraigada resistencia social, y a veces franca oposición, a comprender que los niños y niñas son sujetos de derechos y tienen opiniones propias. Son agentes de cambio y actores sociales.

Ante la omisión y el desdén del Estado, las organizaciones de la sociedad civil cobran un papel importante en la esfera pública en acciones a favor de la infancia, pero hay que advertir que no sólo es insuficiente su labor, sino también lo hacen enfrentando todo tipo de adversidades como la falta de recursos, el desdén de la población, la corrupción y la falta de profesionalización de los servidores públicos, así como la discontinuidad de programas gubernamentales.

La autora propone que la sociedad debe hacerse cargo de los niños, señala que la crianza, el afecto, su seguridad no pueden ser una responsabilidad exclusiva de la madre o el entorno familiar. Transformar a fondo las condiciones de la infancia requiere asumirla como una tarea social en la que Estado y sociedad debemos actuar.

Cuando el entorno familiar no puede hacerse cargo de los y las niñas, cuando las instituciones del Estado no asumen debidamente las tareas de protección social, ¿qué toca hacer?, ¿qué podemos hacer hoy desde los espacios públicos y privados en que nos movemos? Se requiere pensar en políticas públicas de gran aliento, que trasciendan la temporalidad de las administraciones del gobierno. Es por el bien de todos y ya vamos tarde.

 


[1] Medición de la pobreza, 2008-2010, Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, CONEVAL, México, 2012.

[2] INEGI 2010, ENOE-MTI 2011 y CONEVAL 2012.

[3] Y la propia Convención sobre los Derechos de los Niños en su artículo 32.

[4] Observatorio Ciudadano de los Derechos de la Infancia (?)

[5] Le siguen los adultos mayores de 60 años, 671,323; los hogares con jefatura femenina, 443.000; las personas con discapacidad, 290,656, la población indígena, 53,696 y las madres adolescentes, 39,247. Esto da un total de 3 millones 921 mil 729 personas en situación de vulnerabilidad, esto representa el 53.35% de la población del Estado de Jalisco  (que según el Censo de Población y Vivienda del INEGI 2010, es de 7’350,862)

[6] Op. Cit. P. 400.

[7] Comisión Nacional de Derechos Humanos.