La agroecología familiar como respuesta ante la crisis de empleo, alimentación y vivienda

Por Graciela Larios y Rosa Gutiérrez

La agroecología tiene una amplia gama de enfoques, pero aplica principios ecológicos en la producción de alimentos que generan una serie de beneficios a las personas habitantes de las comunidades. Éste es uno de los temas que maneja Jaime Morales Hernández del Centro de Investigación y Formación Social (CIFS) en el departamento de Programa de Ecología Política.

“Ante la crisis de empleo, alimentación y vivienda, volver a lo rural es una opción para las personas,  porque les permite tener trabajo y hogar, aparte de criar a sus hijos o hijas en entornos más agradables”, menciona Morales, quien estuvo como profesor invitado para dar un curso sobre transgénicos y agroecología en la Maestría en Agroecología en la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en la Sede Antonio Machado de Baeza.

“La agroecología ha permitido el crecimiento de los vínculos entre personas agricultoras y consumidoras, ya que existen cooperativas de consumo, tiendas de productos orgánicos y mercados orgánicos, y ante la imposibilidad de contar con crédito, la gente ya no recurre a los súper mercados”, comenta Morales.

La agroecología en España

Jaime Morales menciona sobre la crisis por la que están pasando las sociedades europeas (Francia, España, Italia) que provoca el retorno de mucha gente de las ciudades al campo. Gran parte del alumnado de Morales en dicha Maestría son jóvenes  que regresan a las tierras de sus familias.

También hubo un incremento de alimentos escolares ecológicos en Andalucía. Las escuelas primarias del lugar pertenecientes al sistema público tienen programas de alimentación de productos ecológicos, lo que provoca el mejoramiento de nutrición en los niños y las niñas.

América Latina y el avance de la agroecología

Según Morales América Latina ha avanzando contundentemente el tema de agroecología, porque el crecimiento de la superficie de alimentos orgánicos aumenta el número de personas agricultoras. En diferentes países de esta región cuentan en sus políticas públicas el asunto de alimentos ecológicos.

“En Brasil, por ejemplo, el 30% de alimentos en los comedores de escuelas tienen que ser ecológicos. México por su parte, no tiene políticas públicas sobre el consumo de alimentos ecológicos y poseen una mirada cerrada en este aspecto que no ayuda y podría mejorarse” Finaliza.

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El derecho de campesinas y campesinos a sembrar para alimentarse en función de su cultura

Por: Rosa Gutiérrez

“La Soberanía alimentaria es el derecho de las personas campesinas a sembrar lo que quieran, para alimentarse en función de su cultura y sus propias cosechas”, comenta Jaime Morales, Académico del CIF ITESO, quien participó el  Encuentro sobre Derechos Humanos y Soberanía Alimentaria”, el  9 de septiembre, convocado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), la Universidad Veracruzana (UV), el Centro Mexicano de Derechos Ambiental (CEMDA) y la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Veracruz (CEDHV).

La Soberanía Alimentaria surge como “oposición a la agricultura a gran escala, industrial y tóxica del agronegocio que expulsa campesinos y campesinas y acapara tierras en todo el mundo” 1.  Se ha definido como  “el Derecho de los Pueblos, Comunidades y Países a definir sus propias políticas agrícolas, laborales, pesqueras, alimentarias […] lo que significa que todos los Pueblos tienen el Derecho a una Alimentación inocua, nutritiva y culturalmente apropiada, y a los recursos para la producción de alimentos y a la capacidad para mantenerse a sí mismos y a sus sociedades”2.

A dicho derecho se le agregan dos niveles: Por un lado las personas consumidoras ejercen soberanía por acceder alimentos sanos y producidos localmente. Y por otro lado el Estado debe generar políticas públicas para garantizar la alimentación local de su población.

Es imposible pensar el Derecho a la Alimentación sin la Soberanía Alimentaria.  “Lo que me tocó a mí decir en el foro, fueron las aportaciones de la agricultura familiar, es decir, cómo la agricultura familiar es el único camino para garantizar la soberanía alimentaria y el derecho a la alimentación”, comenta Morales.

De acuerdo con el Investigador, el Derecho a la Alimentación no se puede separar del Derecho al Territorio, al Agua, a la Biodiversidad, a la Agricultura Familiar; pues ésta última se basa en la fuerza de trabajo familiar que produce alimentos para consumo propio y luego mercados locales.

“Lo anterior se ve amenazado con la Reforma Energética recién aprobada, por la figura Ocupación Temporal de Tierras. Es decir, las compañías que encuentran gas en la tierra, tendrán uso preferente del suelo, donde campesinas y campesinos siembran alimentos y harán uso temporal del territorio”, menciona el Investigador.

Lo anterior podría generar desplazamiento de grandes cantidades de personas, además de que después de su explotación, las tierras podrían no ser habitables 3.

“Vía Campesina es una de las principales OSC Internacionales que defiende la Soberanía Alimentaria, les invitamos a informarse”, Concluyó Morales.  http://goo.gl/ly7ecC

Más información: Del 6 al 10 de octubre se realizará en el ITESO el Foro de Soberanía Alimentaria, los detalles: http://goo.gl/q1WLVK

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Acercar la ciudad al campo: Un valor distinto a los alimentos

Acercar la ciudad al campo: Un valor distinto a los alimentos

Por: CIFS-ITESO

 

1 de julio 2014.- En Ajijic hay un mercado de productos agroecológicos que se llama Mercado ecológico y ahí van a vender sus productos los agricultores y agricultoras que apoya el CIFS, ITESO. Este mercado es uno de los seis agroecológicos que hay en Jalisco y que han crecido al paso del tiempo.

Al mercado fue invitado Jaime Morales Hernández, Investigador y académico del Programa Ecología Política del CIFS, ITESO, para impartir un plática. La conversación fue acerca de los diferentes tipos de Agricultura Ecológica, dirigida a un grupo de agricultores/as y personas consumidoras de la rivera del Lago de Chapala, interesadas en conocer los distintos tipos de la agricultura alternativa, entre los cuales se incluyen la ecología, orgánica, sustentable, regenerativa, biodinámica, natural, permacultura, los asistentes además querían conocer algunos aspectos de la certificación orgánica.

En la plática quedo claro que la agricultura alternativa comparte principios ecológicos, cuidado y conservación del suelo, no utilización de agroquímicos, control biológico de insectos y la siembra de distintos cultivos. Además, se retomaron  los distintos tipos de productos de la agricultura ecológica y los esquemas de certificación, haciendo énfasis la certificación participativa que parte del principio de confianza entre personas agricultoras y en la que participan un técnico/a, un consumidor o consumidora, y un agricultor/a, y que actualmente en Jalisco realiza el Mercado Agroecológico El Jilote, donde el CIFS acompaña estos procesos.

Las preguntas y la discusión al final del evento llevaron a las personas asistentes a la conclusión de que el crecimiento de la agricultura ecológica depende del compromiso de agricultores y agricultoras de producir y de las personas consumidoras para adquirir los productos.

Para que un producto orgánico sea clasificado como tal, debe ser orgánico en su proceso, en los empaques utilizados, en las etiquetas y por supuesto en los ingredientes.
Algunas de las ventajas de consumir comida orgánica son:  Al no incluir químicos son alimentos para el cuerpo más sanos, la calidad y el sabor son mejores, hay mayor diversidad de productos, y por último, se apoya a los  y los agricultores locales y se favorece a sus familias.

Para más información sobre mercados orgánicos visita: http://eljilote.org

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El sentir-saber de nuestros ancestros (Tercera parte)

¿Por qué los campesinos e indígenas son sabios a pesar de no conocer la universidad ni los libros? Por eso, porque no perdieron el vínculo, aprendieron a escribir con el arado y a leer con las estrellas lo que la madre tierra les enseñó y compartió en diversas formas.

Por Rodolfo González Figueroa rodorganico@hotmail.com

En su cotidiano estar-siendo, en su permanente convivencia con lo no humano (tierra, plantas, animales, agua), los y las campesinas e indígenas del mundo tienen mucho que compartirnos a las sociedades actuales. Animados por impulsos más que por razones,  enclavados en barrancas, laderas o montañas -donde la colonización y neocolonización no ha llegado tan salvajemente- mantienen la sabiduría y la unidad en reciprocidad y complementariedad con su entorno físico, biológico y cósmico. Son custodios del equilibrio, la espiritualidad, las semillas, los saberes, los sabores, la salud, el bien-estar colectivo.

Foto por Karenina Casarín
Foto por Karenina Casarín La vida moderna está colmada de ruidos humanos, que nos tienen desvinculados de la armonía y de los mensajes de la naturaleza. Urgentemente nos hace falta el silencio y sobra el conocimiento porque necesitamos escuchar la sabiduría de una roca, aprender de lo majestuoso de un atardecer, educarnos fuera de espacios antropomórficos, reconocer los mensajes de los vientos, como en  el campo que  contiene otras voces, otras enseñanzas más sutiles y más profundas.

Ahora varias universidades de Latinoamérica están proponiendo y reconociendo la incorporación de los saberes ancestrales en la curricula de las carreras con el objetivo de crear espacios de convergencia entre la ciencia occidental y las ciencias originarias  para que trascienda en el fortalecimiento del tejido social comunitario por medio de proyectos de revalorización de saberes locales, instalando además en la discusión académica el paradigma del Vivir Bien inspirado en el sentimiento de unidad de nuestros ancestros, así como propuestas alternativas de vida a través Agroecología.

Esto por un lado podría funcionar, pero ante ello, yo preguntaría; ¿y si dejamos de asistir y de mandar a nuestros hijos a las universidades y que sea el campo, la propia vivencia en naturaleza y que sea ella quién nos eduque? ¿Por qué los campesinos e indígenas son sabios a pesar de no conocer la universidad ni los libros? Por eso, porque no perdieron el vínculo, aprendieron a escribir con el arado y a leer con las estrellas lo que la madre tierra les enseñó y compartió en diversas formas. Superando eso que muchos académicos ponen de moda en universidades como el diálogo intercultural o inter y transdisciplinario (humanos con humanos), y ejerciendo cotidianamente en cambio un diálogo interespecies es decir, generando aprendizaje por medio de su continua y profunda relación e interrelación con otras especies más que humanas.

Ancestros mayas y andinos han augurado un “renacimiento”, un “despertar” de la humanidad por estos tiempos ¿cómo animamos este renacer en nuestro contexto social local? Hay quienes aseguran que el cambio es a nivel personal y desde nuestro interior, la verdad se esconde dentro de nosotros, hay que buscarla y abrazarla. Pero también, podemos contemplar el alba, el ocaso, deslumbrarnos con el manto estelar y sentir que también a ese nivel está habiendo muchos cambios que sin duda estimulan el propio.

La gente campesina con quienes trabajamos-convivimos  igual está percibiendo muchos cambios tanto a nivel climático como emocional. En constantes pláticas informales me doy cuenta de ello. La perspectiva se polariza. Por un lado hay quienes ven en la modernidad la mejora y el progreso. Pero son mayoría quienes están, desde su memoria, retomando o buscando esos saberes, esos “códigos” identitarios que hacen revalorizar el “tiempo de antes” y añorarlo. Como asegura Silvia Ribera Cusicanqui, indígena y socióloga Chilena, “estamos oprimidos pero no vencidos”.

En la memoria colectiva y genética conservamos lo útil para despojarnos de la subordinación imperial e ir reconstruyendo nuestro conocimiento local no contaminado con la visión antropocéntrica-eurocéntrica que tanto ha colonizado nuestro ser, nuestro saber y quehacer. La pregunta aquí es ¿cómo interpretar nuestra realidad, reconocer al ser humano integral que fuimos-somos si la mayoría tenemos instalados anteojos conceptuales que nos colocó el colonizador? Es necesario romper los códigos provenientes del saber hegemónico y desde luego, quebrar esos anteojos o no, mejor reciclarlos de alguna manera.

La paradójica situación del campo en México

Por Valeria Sánchez y Karenina Casarín.

“El asunto del campo interesa a todos los que comemos” dijo Jaime Morales agrónomo e investigador del Centro de Investigación y Formación Social [CIFS] durante la entrevista que le realizó Canal 44. En un campus universitario abrazado por árboles, este asesor y facilitador de la Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias [RASA] dialogó frente a la cámara y sus reporteros sobre esta crisis que, no es por falta de alimento sino por problemas de distribución. Nosotros, como consumidores somos parte del problema o de la solución pero hay que hacer consiente esta participación según lo dialogado con este académico. Cifras de las Naciones Unidas afirman que en 2011 se producía alimento para 12 mil millones de personas, y en el planeta solo somos 7 mil millones de habitantes, entonces ¿por qué existe el hambre?

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Jaime Morales frente a entrevista Canal 44

¿Queremos alimentos producidos por agricultores o por grandes empresas? y ¿Qué implica responder esto? La Revolución Verde en los años 70´s nos presentó su estrategia tecnológica para el avance de la industria modificando ecosistemas, usando de manera intensiva los recursos naturales, implementando monocultivos utilizando agrofertilizantes y agrotóxicos. La producción para mercados lejanos y el abandono de la agricultura para la subsistencia enfocó a las comunidades rurales a la agricultura comercial. Con el tiempo padecieron de pobreza, migración y explotación en su propio terruño.

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Lo invisible de Cajititlán

Por Laura Velazquez López, académica del Programa Ecología Política. Fotografías cortesía equipo EcoPol.
Las comunidades organizadas y particularmente las que no habitan en ciudades, parecieran no existir a los ojos de la población urbana, sin embargo, como alumnos y académicos reconocemos que hemos aprendido de la Red  de Cajititlán “Por un lago Limpio”.

Pero entremos en contexto…
Cajititlán a tan sólo 35 km. de la ciudad de Guadalajara es uno de los poblados que se encuentran en la ribera del Lago con el mismo nombre. Cuexcomatitlán, San Miguel Cuyutlán, San Lucas Evangelista y San Juan Evangelista, son comunidades que han construido su identidad alrededor del cuerpo de agua con alrededor de 20 mil habitantes. Aunque cada pueblo tiene tradiciones culturales y productivas distintivas, sus actividades cotidianas se desarrollan en estrecha relación con el lago, por ejemplo: la pesca de mojarra, tilapia, carpa, charal o el aprovechamiento de especies animales y de vegetación silvestre como el tule, zacates, aves, reptiles, y mamíferos. Para el turismo y el esparcimiento la ceremonia de los Reyes Magos, es de gran interés, mientras que sus raíces y prácticas ancestrales son de las más conservadas en el municipio.

A pesar de su dependencia al lago, algunos habitantes perciben que ha sido contaminado desde hace once años.  La diversidad acuática se está perdiendo y las condiciones naturales que permiten el escurrimiento y la filtración del agua de lluvia cada vez están más afectadas.

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