La deuda del gobierno mexicano con los dreamers

Por Iliana Martínez
Académica del Programa de Asuntos Migratorios, Cifovis ITESO

Poco después del anuncio del gobierno de Trump sobre la disolución del programa DACA, funcionarios mexicanos de todos los colores, desde el municipio hasta la federación, salieron a manifestar su compromiso con la población dreamer. Mientas me topaba con estas declaraciones pensaba: “O esta gente de verdad está muy mal informada o no tiene vergüenza. ¿No alcanzarán a imaginar que, dentro de los millones que han sido deportados las últimas décadas, muchos eran dreamers?”. Estas reacciones de “compromiso” son contradictorias, pues la lucha de los y las jóvenes migrantes en Estados Unidos no es nueva. Que la mayoría de políticos y ciudadanos apenas se esté enterando de su existencia debería avergonzarnos un poco.

Los dreamers son las personas que, con menos de 16 años, entraron de manera ilegal a Estados Unidos. El término proviene de la propuesta de Ley denominada Development, Relief and Education for Alien Minors (Ley de fomento para el Desarrollo, Ayuda y Educación de Menores Extranjeros), o DREAM Act,  que se propuso por primera vez en 2001. Desde entonces, diversas versiones de la propuesta de Ley DREAM han sido discutidas en el Congreso y el Senado de E.U., pero nunca aprobadas. Ante este impasse de décadas por la falta de una Reforma Migratoria Integral el presidente Obama decretó en el 2012, por medio de una acción ejecutiva, el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, o DACA, por sus siglas en inglés. El programa tiene por objetivo aunque de manera temporal, por que se renovaba cada dos años brindar una calidad migratoria a miles de jóvenes migrantes indocumentados. Actualmente se discute una nueva propuesta.

Si la discusión de la ley para regularizar a los dreamers se inició en 2001, esto significa que miles de personas que podrían haber sido beneficiadas por DACA fueron deportados antes de que existiera el programa. Una estimación de la académica Jill Anderson calculó que, entre 2005 y 2014, 500 mil jóvenes de entre 18 y 35 años regresaron a México después de haber vivido en E.U. cinco años o más (Anderson y Solís, 2014: 18).

A lo largo de cinco años, el programa ha beneficiado y transformado la vida de casi 800 mil personas y sus familias, de los cuales se estima que 600 mil podrían ser de origen mexicano (Jordan, 2017). Ha sido un alivio para muchos, pero no resuelve el problema de fondo: 11 millones de personas indocumentadas en Estados Unidos, de los que entre 5 y 6 millones son de origen mexicano (Délano, 2017: 41).

Aunque se busca que la juventud con un “record limpio” pueda quedarse, la carga de “romper la ley” va sobre sus padres, quienes son vistos como criminales y tienen pocas oportunidad de regularizar su situación migratoria. Esta reflexión sobre quién tiene derecho a quedarse y quién no, quiénes son los migrantes “bienvenidos” y quiénes los “indeseables”, ha generado profundas reflexiones entre la población migrante, sobre todo entre las organizaciones pro-migrantes.

Anderson recuperó 26 testimonios de jóvenes que regresaron a México en el libro “Los Otros Dreamers” (2014), todos antes de DACA y del gobierno de Trump. Son una pequeña pero significativa muestra de las enormes necesidades que tuvieron a su regreso al país, y de los retos que algunos aún siguen enfrentando. Algunos de estos dreamers son jóvenes adultos que regresaron con sus parejas o hijos nacidos en Estados Unidos. Familias binacionales que tienen que descifrar el sistema mexicano de salud, educación, vivienda, prácticamente sin ningún apoyo. Tristemente muchos se han encontrado con que su país de origen los rechaza y discrimina porque no son “realmente mexicanos”, son pochos, se visten raro, usan tatuajes, traen otras costumbres, hablan diferente o ni siquiera conocen el español.

Son jóvenes que vieron frustrado su “sueño mexicano” para estudiar, porque no les revalidaron sus diplomas de escuelas estadounidenses. Otros que llegaron sin siquiera poder recibir una transferencia de dinero de sus familiares por ser “indocumentados” en propio país, ya que sus matrículas consulares no sirven en México. Y otros más, de los que nadie habla, que no cumplen con el perfil del “buen migrante” porque han estado en pandillas o tenido adicciones.

En diversos foros y mesas de trabajo con el gobierno mexicano, muchos de estos jóvenes han expuesto sus necesidades y propuestas. Y algunos de los mínimos cambios que se han logrado, por ejemplo en educación, han sido impulsados por ellos y por organizaciones de la sociedad civil. Algunos jóvenes en retorno se han organizado en colectivos, como han podido. Así surgieron proyectos como Otros Dreamers en Acción (ODA) o Dream in México.

Sí, el gobierno mexicano ha implementado algunos cambios, con muchos años de retraso, para atender a la población en retorno: programas limitados y sin presupuesto. Después de, por lo menos, seis años de deportaciones masivas, en 2014 se estableció la estrategia Somos Mexicanos (Délano, 2014: 36) sin un presupuesto definido y a cargo del Instituto Nacional de Migración (como si pusieran a la Patrulla Fronteriza a hacer trabajo social). Aunque hay algunas funcionarias comprometidas que sacan adelante acciones en favor de las personas que regresan, en general la respuesta es lamentable. Lo que nos lleva a pensar que, si años de deportaciones masivas no han movilizado más allá del discurso al gobierno mexicano, parece que las amenazas de Trump tampoco lo harán.

Haga lo que haga el gobierno de Trump, pase lo que pase con quienes tienen DACA, ya existe una deuda pendiente enorme del gobierno mexicano con su población que ha vuelto… ¿qué esperan?

Para leerlos a ellos y ellas:

Ricardo Aca, “La incertidumbre que amenaza a los ‘dreamers’ como yo”. New York Times.

Lisette Díaz, “As a Dreamer, I Will Not Be a Bargaining Chip for Trump’s Attack on Immigrants”. ACLU.

Eileen Traux. “Una nueva oportunidad para los ‘dreamers’”. New York Times.

Arturo Contreras. “Dreamers: la batalla final empieza”. Pie de Página.

Dulce Ramos, “La traición de México”. Animal Político.

Algunas Organizaciones:

ODA México

United We Dream

Dream in México

Define American

Fuentes citadas:

Anderson, J. y Solís, N. (2014). “Los otros dreamers”. México.

Délano, A. (2017). “Trump y la política migratoria de México”. Foreign Affairs Latinoamérica. Vol. 17: Núm. 1, pp. 35-44. Disponible en: www.fal.itam.mx.

Jordan, M. (2017, agosto 29) “El plan ‘dreamer’ que ayudó a 800,000 migrantes en Estados Unidos está en riesgo”. New York Times. Disponible en:  https://www.nytimes.com/es/2017/08/29/dreamer-daca-en-riesgo-fiscales-generales-trump/?rref=collection%2Fsectioncollection%2Fnyt-es

 

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