Castigo a los partidos: El voto a candidaturas independientes

Por: Carlos Peralta, Académico Investigador CIFS-ITESO

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Entre sus artículos, existe uno que explícitamente trata sobre los derechos políticos de los individuos. En lo cotidiano nos olvidamos que el ejercicio de los derechos políticos puede ser la base fundamental para lograr la exigibilidad de diferentes derechos, las campañas engañosas pueden propiciar que votemos por un mal partido o candidato lo cual seguramente, en un país como el nuestro, puede significar más corrupción, injusticia social, daños al ecosistema, pérdida en la calidad de vida, entre muchas otras situaciones. Por el otro lado, un voto razonado y crítico puede traer la esperanza de cambios profundos y de mejorar la exigibilidad de los derechos humanos.

Debemos y tan solo como recordatorio, tener presente que el Artículo 21, de la Declaración dice:

  1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
  2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.
  3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.

 

Es cierto que en nuestro país se celebran elecciones periódicas, me parece también que se avanza paulatinamente en lo relativo a equidad de la contienda y en la libertad de voto (ya no resulta tan fácil condicionar o comprar el voto de los ciudadanos); pero, la pregunta clave es ¿el resultado electoral realmente refleja la voluntad del pueblo? Obviamente se tendrían que hacer análisis muy profundos para responder a la pregunta, en principio se debería estudiar con más interés el fenómeno del abstencionismo. Pero parto por plantear dos situaciones que se evidenciaron en las pasadas elecciones del 7 de junio, en el Estado de Jalisco, y que nos ofrecen signos esperanzadores en relación a la respuesta en relación a si el voto refleja la voluntad popular.

  • Las pasadas elecciones demostraron que los candidatos independientes pueden tener acceso a las funciones públicas. Es cierto que se les ponen muchos obstáculos en el camino pero se demostró que si logran sortearlos, pueden hacer valer su derecho a tener acceso a cargos públicos. En el caso de Jalisco, como ya es conocido por todos, Pedro Kumamoto sorteo los obstáculos para ser candidato a diputado por el Distrito 10, pero además la voluntad popular se inclinó para que él llegara al cargo. En un distrito que tradicionalmente había dado sus votos al PAN, los ciudadanos decidieron realizar un voto razonado, para presidente municipal votaron por un partido no tradicional y para diputado votaron por un candidato independiente, un ciudadano sin partido.
  • Los partidos no consideraron el impacto que podría lograr el voto crítico de los ciudadanos en el área metropolitana de Guadalajara. Castigaron al PRI y posicionaron a Movimiento Ciudadano (MC). Antes de las elecciones no era tan claro o evidente el impacto que se tendría en el mapa electoral, no se podía predecir (sobre todo en municipios como Zapopan o Tlaquepaque) que el MC fuera a ser la opción que tomarían la mayoría de los votantes.

Cierro esta reflexión con un par de comentarios vertidos por la Dra. María Marván Laborde (la semana pasada, aquí en el ITESO), en relación al voto: a) Para las pasadas elecciones cobró notoriedad el voto crítico y diferenciado, es decir fue evidente que los ciudadanos reflexionaron su voto y decidieron a quien darle su confianza (y a quien no). b) En nuestro país se aprecia cada vez con más claridad que tenemos votantes del siglo XXI (ciudadanos pensantes y críticos), pero partidos del siglo XIX.

Si bien con cada votación se mejora la posibilidad (y el derecho) de tener un voto libre y secreto, es aún un reto tener partidos políticos a la altura de las necesidades y de los intereses de los ciudadanos, partidos que representen y hagan suya la voluntad popular. Por ello y mientras que los partidos no hagan suyo el sentir popular tendremos candidatos independientes y partidos castigados.

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