San Isidro: ¡Queremos heredar la tierra, no la lucha!

Por Larizza Vélez y Eric Alvarado, estudiantes de Ingeniería Ambiental y miembros del Proyecto de Aplicación Profesional [PAP] Conflictos ambientales en la región Chapala- Santiago – Guadalajara, coordinado por el Programa de Ecología Política del Centro de Investigación y Formación Social de la universidad [CIFS-ITESO]

El Ejido de San Isidro, con una población de ciento y ocho habitantes, localizado en el legendario Llano en llamas de Juan Rulfo, se encuentra al sur el estado de Jalisco y forma parte del municipio de San Gabriel. En este ejido, los pobladores han heredado la lucha que, desde hace setenta y cinco años, sus antepasados han librado por recuperar las tierras que les fueran entregadas por decreto presidencial en el sexenio de Lázaro Cárdenas. De las 536 hectáreas que oficialmente le pertenecen a San Isidro, la compañía Nutrilite posee, en calidad de despojo, 280. Estas tierras fueron acaparadas por caciques de la región desde la década de 1940 y sucesivamente se han transferido a nuevos propietarios.

Nutrilite, actual propietario de más del 50% de las tierras del ejido de San Isidro, es una empresa transnacional dedicada a la producción de vegetales para su posterior transformación en suplementos alimenticios y vitamínicos. Esta empresa afirma tener un compromiso con la sustentabilidad dado que  implementan programas de reforestación y posee certificaciones orgánicas para sus productos cosechados en el sur de Jalisco. A pesar de ello, es importante cuestionar hasta donde se entiende la sustentabilidad cuando se la usa para justificar el despojo de familias campesinas.

La principal razón por la cual el ejido San Isidro, en conjunto con la organización Campo A.C., convocaron a un encuentro campesino regional los pasados 6 y 7 de octubre, bajo el nombre “Sin Tierra no hay maíz: Queremos heredar la tierra, no la lucha”. Y es que después de décadas de lucha, que los pobladores afirman como un acto voluntario y consciente, se han hecho notar el cansancio y la desesperación. Los habitantes en lucha de San Isidro esperan que sus hijos tengan tierra y no la necesidad de seguir luchado como ellos. A pesar de los muertos y los desaparecidos, el pueblo de San Isidro no se rinde.

Ejemplo de ello son los intentos que han hecho por recuperar de forma directa la tierra que les pertenece y su resistencia a los programas de gobierno que son utilizados para avalar legalmente las usurpaciones territoriales, como PROCEDE. Notable es la estrategia oficial por negar la lucha y evadir la responsabilidad de hacer justicia, al omitir a este ejido y por ello a sus tierras, en la información geográfica y poblacional del Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI].

De las reflexiones que emanaron del encuentro, una muy importante fue que la defensa de la tierra no puede ser exclusiva, sino que al defenderla se debe defender al mismo tiempo el agua y el maíz. Se intercambiaron diversas experiencias entorno a estos temas,  donde los campesinos expusieron la razón de sus diferentes luchas y como se han enfrentado a obstáculos como pobladores anfitriones. En estos casos se ha identificado a un enemigo en común: la agricultura industrializada.

Esta es la causa por la cual el Llano en llamas ahora es llamado el Llano en nylon, haciendo referencia al gran número de invernaderos industriales en la región. Los campesinos aseguran que esta forma de producción representa una pérdida de su libertad por implicar condiciones indignas en el trabajo y causar, simultáneamente, la miseria para muchos y el beneficio para pocos. En contraposición a este modelo, prácticas de agricultura ecológica se asumen como formas redignificantes del trabajo campesino: la adaptación mediante diversificación productiva, la preservación de semillas criollas, el autoabasto de insumos para producción, entre otras.

En términos de la defensa del agua, resulta plausible la experiencia de lucha que compartieron las mujeres de Zapotitlán de Vadillo, localidad donde el agua siempre ha sido escasa y repartida inequitativamente.  Ahí, como en otros poblados de la región, la gente ha formado un comité ciudadano, el cual ha quitado la gestión del agua de las manos exclusivas del municipio (que respaldaba el acaparamiento) e impulsado un reparto más equitativo mediante la creación de la Agenda Ciudadana del Agua.

Este encuentro es un ejemplo de lucha por la tierra, acompañada de la lucha por el agua y el maíz, donde se ve reflejada la solidaridad campesina que se contrapone a la lógica de despojo del capital. Apoyamos la lucha y esperamos que la justicia llegue pronto a los compañeros de San Isidro y sus tierras les sean restituidas.

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