La singular importancia de la casa Baeza Alzaga


Por Juan Palomar

Es una casa que ha pasado por múltiples avatares. Está en la esquina surponiente de las calles Baeza Alzaga e Independencia. Parece ser que su construcción original, de dos pisos, puede datar del siglo XVIII o principios del XIX. Posteriormente se le agregó un tercer piso con aceptable fortuna. Es impensable que ahora se hable de “demolerla”. Y el INAH –por alguna vez- debería defenderla con todos sus recursos: ¿o qué hace?

Cuando el Ayuntamiento compró esa propiedad para integrarla al conjunto del proyecto original de la Villa Panamericana del Parque Morelos fue planteada claramente su integración correcta en el esquema mediante un uso adecuado. Después, como es sabido, mezquinos intereses políticos sabotearon en el cabildo la probada viabilidad y el claro beneficio de todo el proyecto. El resultado está a la vista: una “Villa Panamericana” absurda ubicada en el Bajío del Arenal con la que ahora, con gran perjuicio público, no se sabe ni qué hacer. ¿Quiénes son los responsables de origen?

De las propiedades que el Ayuntamiento adquirió para hacer la Villa, tres tenían algún valor arquitectónico: las tres eran preservadas, y allí están. Las que se demolieron, según todos los dictámenes y autorizaciones de las autoridades pertinentes, carecían de cualquier valor. Claro que la idea era construir allí de inmediato las instalaciones correspondientes. Pero sobrevino la traición. De quienes sabotearon el proyecto (lo que consta puntualmente en las actas de cabildo, para quien quiera consultarlo) es ahora la responsabilidad de mantener un área devastada y en decadencia en el contexto del Parque Morelos.

El más importante de los tres edificios patrimoniales que el original Proyecto de la Villa Panamericana es el edificio Baeza Alzaga. Cuando el municipio lo adquirió, su estado, si bien presentaba ciertos daños, era más que aceptable. El ulterior abandono de la finca ha propiciado su acelerado deterioro y la sospechosa pérdida de algunos de sus fragmentos. Ahora, de manera increíble, hay quien pretende demolerla. No solamente esto es contrario a leyes y normatividades: revela también una crasa falta de visión sobre la evidente utilidad y el alto beneficio de conservar una irreemplazable edificación que es patrimonio, literalmente, de todos.

Gracias a la adquisición por parte del Ayuntamiento de la reserva urbana del Parque Morelos fue factible ganar y concretar por parte de la ciudad la posibilidad de levantar allí la Ciudad Creativa Digital. Ahora, se plantea construir en el terreno adquirido a un costado del edificio Baeza Alzaga el primer componente construido de este conjunto. Probablemente se pueda erróneamente pensar que demoliendo el edificio multicitado se puede “aprovechar mejor” el predio. Pero cualquier arquitecto con mediano talento y sensibilidad puede integrar muy ventajosamente al edificio en esta nueva edificación. Pensar que “es demasiado costoso” reconstruir y consolidar la finca ahora irresponsablemente abandonada y dañada revela también ineptitud técnica y, en el peor de los casos, mala fe.

La ciudadanía, los arquitectos, los conservacionistas más o menos supuestos, la Academia de Arquitectura, las autoridades responsables, debieran unir voces y propuestas para salvar el inapreciable patrimonio que significa el edificio Baeza Alzaga. No hacerlo sería una muestra más de impotencia, de barbarie y de irresponsabilidad. Larga vida para esta importante herencia de todos los tapatíos.