Si se quiere que la gente se quede en Guadalajara…


por Juan Palomar Verea

…Necesitamos una ciudad digna. Bien se sabe que el municipio ha perdido decenas de miles de habitantes en los últimos veinte años. ¿Por qué la gente abandona esta parte de la ciudad, con gravísimo perjuicio del corazón de la zona metropolitana de Guadalajara y con daños también a toda la estructura urbana? Por falta de medidas adecuadas para evitarlo. Medidas perfectamente asequibles si la autoridad hiciera lo pertinente. Y también si miles de particulares tuvieran una visión más inteligente de cómo asegurar la habitabilidad de los contextos de cada finca (mediante una firme y constante exigencia a las autoridades), y de la ventajosa rentabilidad que sus inmuebles podrían generar si fueran correctamente gestionados.

Muy brevemente, van algunos puntos que asegurarían una apropiada –y conveniente para todos- habitación en la zona central de la Guadalajara, la que es una sola ciudad que ocupa todo el territorio de ese municipio y fracciones de diferentes municipios (eso significa conurbación). Esta zona central es la que tiene mayor cantidad de infraestructuras, equipamientos, servicios y entornos patrimoniales. Estos últimos deberían ser particularmente atractivos para su habitación.

1. Gobernar, en el sentido literal, el demencial “sistema” de camiones urbanos que vuelve muy desagradables y en muchos casos inhabitables ciertos contextos urbanos a fuerza de ruidos, humos, vibraciones, anarquía en su manejo, amontonamiento irresponsable, etc. Gobernarlo significa, de una vez por todas, y aprovechando la introducción de la línea 3 del Tren Ligero, reordenar definitivamente las rutas y meter en cintura a los concesionarios.

2. Garantizar la seguridad pública en la zona central. Esta es una medida administrativa mediante la que las autoridades municipales y estatales establecieran un sistema de seguridad claro y cercano a la población, a los vecinos. Garantizar también, por supuesto, todos los servicios indispensables.

3. Continuar con las medidas (como el programa de bicicletas públicas) para impulsar la movilidad alternativa: bicicletas, marcha a pie. Multiplicar las zonas 30 en todos los entornos susceptibles. Desalentar efectivamente el indiscriminado uso de los coches particulares.

4. Llevar adelante un intenso programa de reparación y mejoramiento de banquetas, con su ampliación inmediata en todas las cuadras posibles. Arbolar muy intensamente las calles con especies adecuadas. Crear un programa de instauración de pequeños parques en todos los espacios disponibles, e inclusive adquirir ciertos predios para ese fin.

5. Erradicar eficazmente el grafiti. Algunos despistados bienpensantes han esparcido la noción de que estos actos de vandalismo son válidas “expresiones juveniles”, lo que es falso. Hay que desalentar radicalmente esta actividad ilegal y dañina dando adecuados espacios para que existan reales prácticas de expresión de los jóvenes. En la actualidad los grafitis son una muy perjudicial y deprimente plaga urbana (lo que aleja a los vecinos) y producen el mismo efecto que romper un vidrio en una finca: de allí, como está muy bien documentado, se desprende su general decadencia y la del vecindario.

6. Instituir de inmediato un amplio programa de densificación, renovación y reutilización de espacios propicios para la habitación. Hay decenas de miles de fincas desocupadas o subutilizadas. Este programa debería incorporar asesoría legal y técnica (arquitectónica y urbana), estímulos reales y eficaces a los propietarios de fincas, colaboración realmente efectiva y actuante del INAH, de la Secretaría de Cultura, del Ayuntamiento, instancias que actualmente –por lo general- son pasivos espectadores de la decadencia del patrimonio.

7. Iniciar una intensa campaña de difusión que explique y estimule las grandes ventajas potenciales de vivir en zonas centrales. En todas las ciudades civilizadas del mundo esta es una condición envidiable. Aquí, si aspiramos a esa civilización, debe ser igual.

Lo anterior no es un listado de buenas intenciones. Son requerimientos esenciales para detener el desastre tapatío que ha significado y significa la fuga de indispensables habitantes de las zonas centrales de Guadalajara. Hay que empezar.