¿No que íbamos a homenajear al ingeniero Matute?


Por Juan Palomar

A estas alturas, todos estamos de acuerdo en que don Jorge Matute Remus fue uno de los patricios tapatíos del siglo XX. El solemne traslado de sus restos mortales a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres es elocuente. Curiosamente convive allí con uno de los líderes camioneros responsables de uno de los reveses más graves en la carrera del ingeniero: el aborto, realizado por medio del chantaje, de su sistema esforzadamente planeado y puesto en marcha de rutas de transporte colectivo ortogonales, cuyas consecuencias, gravísimas e incalculables, seguimos padeciendo hasta el día de hoy. Pero, en fin, seguramente tiene con quien platicar que vale la pena.

Otro homenaje muy señalado fue el bautizo del llevado y traído puente atirantado de López Mateos y Lázaro Cárdenas con su nombre. Esta estramancia dedicada al reinado de los coches ya se ha convertido, independientemente de sus méritos, que los tiene, a ser un hito para todos los tapatíos. Hay novios que, en el día de su boda, van a retratarse allí, a la gente parece gustarle. De esta manera el puente Jorge Matute Remus ha pasado –pésele a quien le pesare- a formar parte del patrimonio común, material y simbólico.

Dado lo anterior es absolutamente increíble que el puente Matute esté, desde su nacimiento, sujeto a las más ridículas afrentas: las de la incontrolada existencia de los nefastos “espectaculares” que proliferan a ciencia y paciencia de las autoridades, a pesar de sus inconsistentes esfuerzos (ver el caso de la Minerva). Al día de hoy, desde la vista más favorable hacia el puente, por López Mateos de sur a norte, la perspectiva está majaderamente tapada por tres espectaculares. Había dos, pero ya autorizaron un tercero ¿cuántos más faltan?

Que un bien público de la naturaleza del puente esté sujeto a este tipo de atropellos y maltratos por parte de los anunciantes (los dueños de los espectaculares, los dueños de los terrenos en donde están, y las compañías que allí se anuncian –una totalmente palaciega-) es una muestra cotidiana de la grave falta de gobernabilidad de estos asuntos de la ciudad. Se sabe que muchos de estos anuncios están allí por triquiñuelas legales avaladas por el Tribunal Administrativo, por amparos, por corruptelas varias. Y que muchas veces el municipio se encuentra impotente para hacer nada. De esa impotencia nos quejamos.

El caso es que ahí está, impune, el agravio al puente, a la imagen urbana, a la ciudadanía, y a la memoria del ingeniero Matute ¿Habrá en el gobierno alguien con los tamaños como para corregir esto?

Cuando don Jorge Matute gobernó Guadalajara lo hizo con energía, entereza, visión y honradez. Jamás hubiera permitido que intereses comerciales particulares atentaran contra el bien común. Resulta más que irónico que los justos homenajes que Jalisco le ha venido rindiendo se vean empañados por la miopía histórica y la conveniencia monetaria de unos cuantos, por la falta de energía (por no decirlo en términos populares) y la inefectividad oficial. Pero esto puede cambiar.