Colonia Americana: civilización o barbarie


Por: Juan palomar

Por estos años, tras décadas de decadencia, la Colonia Americana florece. Pero enfrenta graves amenazas. No es exagerado decir que para Guadalajara es vital que un entorno patrimonial como la Colonia Americana ponga la muestra de cómo salir del abandono y el deterioro. Muchos barrios, también valiosos y descuidados, pueden seguir sus pasos. Quizá el secreto de tal resurgimiento sea la esencial habitabilidad que tiene ese contexto, la que ha venido aumentando conforme más gente ha optado por repoblarlo.

Pero, por lo pronto ha aparecido un escollo importante para esa habitabilidad en la colonia citada: la falta de seguridad. Numerosos asaltos y robos han sido reportados los últimos meses, sin que se haya notado el esfuerzo del Ayuntamiento por evitar tales incidencias. Simplemente, por la calle Libertad, han ocurrido demasiados hechos criminales de este tipo como para pensar que en esa calle, exactamente, se encuentra un puesto de Policía.

Urge, por todos los medios, reforzar las medidas de seguridad en la colonia. De ello depende que siga siendo un ámbito en el que se ha venido ejemplificando un renacimiento urbano que puede se muestra y detonador para muchos otros entornos de la ciudad central.

Porque, para la Colonia Americana las buenas noticias son, por otra parte, considerables. Nuevos contingentes, sobre todo de estudiantes, jóvenes y artistas —o jóvenes artistas— ha hecho suyas las calles de este entorno, aprecia su singular arquitectura, goza su abundante arbolado, atiende cafés y bares, restaurantes y fondas. Se ven cada vez más parejas jóvenes con cochecitos para niños, gente paseando a todas horas a sus perros, asistiendo a librerías o galerías, escritores y lectores atareados en las terrazas. El tráfico, con ser a ratos complicado, es soportable y no es peor que el de Providencia o la zona de Andares. Pero la centralidad de la colonia ofrece una cantidad de oportunidades para vivir una vida urbana civilizada, variada y divertida. De Lafayette a Tolsa, de Juan Manuel a Niños Héroes, más o menos, o hasta Unión, Guadalajara experimenta, con las nuevas generaciones, un agradecible fenómeno que las generaciones anteriores, encandiladas por lejanías y “cotos”, no supieron ver. Y la cantidad de jóvenes y de gente talentosa que quiere vivir allí es cada vez mayor. Y ya se sabe, a mayor cantidad de ideas y creatividad por metro cuadrado, mejor calidad de vida, mayor índice de habitabilidad y civilización.

Pero hay que frenar los amagos de barbarie: la inseguridad mencionada, los antros degradantes y ruidosos que deben ponerse en orden, los viene-viene y los valet parking sin correcto funcionamiento, el abuso en la utilización para todo tipo de cosas de Lafayette-Chapultepec, la aglomeración de líneas de camiones sobre las mismas calles, el deficiente alumbrado público, las construcciones fuera de norma, los ataques al patrimonio edificado y a la imagen visual. Esta es la barbarie que hay que combatir por todos los medios. Sólo así podrá seguir adelante esta inapreciable recuperación, en beneficio de toda la ciudad, de uno de los entornos más valiosos y significativos de Guadalajara.