¿Qué les hizo Rayón?


1Por Juan Palomar

Dice la Wikipedia: “José Ignacio Antonio López-Rayón y López-Aguado (Tlalpujahua, Michoacán, 1773 Ciudad de México, 1832) fue un insurgente mexicano, secretario del cura Miguel Hidalgo y Costilla, que encabezó el movimiento de independencia de su país a la muerte de éste. Redactor de los Elementos constitucionales, miembro de la Suprema Junta Nacional Americana (Junta de Zitácuaro) y del Congreso de Chilpancingo en 1813 que daría como fruto la Constitución de Apatzingán de 1814.”

Además, López Rayón fue un insurgente ejemplar. Entró a Guadalajara junto con el padre Hidalgo y tuvo participación central en la abolición de la esclavitud. A lo largo de su extensa y heroica lucha se esforzó por tener un comportamiento civilizado y siempre sometió, a diferencia de otros caudillos, al orden a sus huestes evitando exacciones y excesos.

Ora resulta que los notarios y la U de G proponen que se elimine el nombre de una calle bien conocida por Rayón y se le imponga el del licenciado Constancio Hernández Alvirde. Algo totalmente improcedente por diversas razones. En primer lugar por la memoria histórica de los tapatíos, acostumbrados por generaciones a nombrar a la calle como se llama. En segundo lugar por el honor que la ciudad le debe al héroe insurgente. En tercer lugar por todos los trastornos que los cambios injustificados de nomenclatura traen a vecinos y autoridades.

Ya hace años se dio otro abuso: el del cambio de los nombres de Tolsa (sin acento) y Munguía por Enrique Díaz de León. Se eliminó así la memoria de dos personajes largamente identificados con los barrios por los que esa calle atraviesa. El de Romualdo Tolsa, dueño de terrenos por el   rumbo y sobrino del arquitecto Manuel Tolsa (sin acento). Y el de Munguía, famoso textilero del barrio donde esa calle se encuentra y propugnador temprano de esa industria en nuestro medio.

Si se quiere honrar propiamente la memoria del licenciado Hernández Alvirde, la U de G tiene a su disposición amplios terrenos (en donde se seguirá ocupando hacer calles) en los Belenes. Así le hicieron con otro distinguidísimo rector y hombre de ciencia tapatío, el doctor Luis Farah o con el licenciado Parres Arias. Lo mismo debió haber pasado con el señor Díaz de León. No se duda de los méritos de estos personajes, pero flaco favor se les hace imponiendo arbitrariamente sus nombres a calles que tienen una larga identificación en la memoria de los tapatíos.

Ojalá que los regidores correspondientes del Ayuntamiento de Guadalajara oigan razones y no se dejen doblegar por la imposición. La Universidad de Guadalajara debería ser la primera institución que defendiera la memoria histórica de la ciudad en lugar de colaborar a trastocarla en perjuicio de la gente. Esperemos que prive la cordura y que las autoridades de la Universidad y los señores notarios reconsideren su postura.

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