Sin planes parciales


Por: Juan Palomar Verea

Todo plan es, por definición absoluta, parcial. Nomás Dios pareciera tener un Plan Total. Los afanes de los hombres siempre estarán sujetos a la contingencia, la limitación, la incertidumbre, la caducidad. En el afán de tener mejores ciudades, se inventó, desde hace un número de años la figura de los Planes Parciales de Desarrollo Urbano. Éstos dependen a su vez del Plan Municipal que se desprende del Programa Municipal de Desarrollo Urbano, que tiene que ver con la planeación de la región metropolitana, la del estado y luego con la del país entero. Además, y por supuesto, están los planes correspondientes a otros ámbitos (socioeconómicos, ecológicos) que forman una complicada estructura de la que debiera resultar, muy en concreto, una mejor calidad de vida para la población, para cada habitante.

Ponernos de acuerdo sobre el futuro de la ciudad no es fácil. Concurren muy diferentes visiones y expectativas. Intereses cruzados, opiniones diversas, gustos dispares. Sobre todo, debería prevalecer la razón, que suele ser difícil y elusiva. Por eso, el ejercicio permanente de planeación a que están obligados los municipios (y próximamente el Instituto Metropolitano de Planeación) resulta por demás ardua… y apasionante.

Por diversas causas, en el municipio de Guadalajara existe una grave desactualización de los planes de desarrollo urbano. Ya suman tres trienios en los que no se puede completar el ejercicio. El trienio pasado tuvo elaborados, completos y consultados sus respectivos instrumentos y un acuerdo “político” de las fuerzas del cabildo los detuvo para mejor ocasión. Ahora dos de las zonas neurálgicas de la ciudad, la 1 Centro y la 2 Minerva, continúan sin poder llegar a tener un instrumento de planeación actualizado. Esto supone, lógicamente, un grave lastre para el desarrollo y la correcta conservación de los entornos urbanísticos concernidos. Sin reglas claras y pertinentes es imposible tener certeza de hacia dónde avanzar.

Más allá de buscar a quien corresponde el retraso pareciera importante reconocer, a estas alturas, algunas cosas. Que urge contar con una idea general –articulada y transmisible al ciudadano común- de la gran Guadalajara que la comunidad necesita y desea. Que hasta la fecha no hemos sido capaces de establecer un terreno común y acotado sobre el que se puedan discutir racional y eficazmente las alternativas viables. Que, por lo mismo, hay que activar más, y a fondo, los sistemas de comunicación, capacitación e interlocución entre los diversos actores de la sociedad y con las autoridades. Que hay que fortalecer las instancias encargadas de las políticas y estrategias urbanas en los diferentes niveles sin escatimar recursos en algo que es central para la convivencia diaria. Que estamos también más que retrasados en la instauración integral del Instituto Metropolitano de Planeación y demás instrumentos.

Seguiremos, sin duda, batallando para tener la planeación urbana que necesitamos. Pero solamente dando pasos parciales, mejorables y dialogables en todo momento podemos aspirar a una mejor ciudad. Parcialmente.

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